Capítulo Único

Lunes en la mañana, el sol irradiaba calidez pura, los árboles alrededor se movían danzando con el suave viento de otoño, Kyuhyun estaba en su habitación, con su camisa a medio vestir sintiendo los cálidos rayos del sol que entraban por los enormes ventanales a su lado, llevaba sus pantalones negros pulcramente planchados y su camisa lila a medio abrochar, una corbata rodeaba su cuello y, soltando un suspiro intentó anudarla sin mucho éxito. Lo intentó de nuevo, fallando, lo intentó otra vez.  


—¡Refina mierda! ¿¡Por qué no entra!?—trataba de anudar la molesta corbata, pero al parecer el pedazo de tela no quería cooperar, la soltó molesto, dándose por vencido.  


Pensándolo mejor y, humillándose en su cabeza, pensó y se recriminó que era un jodido Alfa, dueño de su propia compañía, con un Omega hermoso como esposo, adinerado, y sumamente fuerte y poderoso, claro, engreído y orgulloso, tan solo un poco, pero, ¡Jodida mierda! ¡Una estupida corbata no podía vencerlo!  


Intentó anudarse la corbata por quinta vez en diez minutos, fallando. Gruñó, un sonido feroz pero tan patético para la ocasión.  


—¿Kyuhyun?— Sungmin entró con una sonrisa de oreja a oreja a la habitación y como un jodido conejo, el Alfa revoloteó de felicidad con solo oír la dulce y preciosa voz de Sungmin. 


Girándose, Kyuhyun fijó su mirada en los bonitos ojos grises de Sungmin, observó sus rasgos y su bonita expresión de nerviosismo.  


Sungmin caminó con el sentimiento de nervios deslizándose por sus poros, podía sentir sus feromonas desprendiéndose sin permiso y pudo ver cómo estas llegaban a la nariz del más alto. Sus nervios pasaron a segundo plano cuando sin poder evitarlo una risa burlona salió de sus labios, Kyuhyun tenía el ceño fruncido tomando la corbata negra entre sus dedos, la camisa estaba a medio abrochar y estaba descalzo, no se parecía en nada al imponente Alfa detrás del escritorio que había conocido hacía ya tres años.  


Sungmin se dirigió hacia el mayor de ambos, colocando un casto beso en la barbilla sin rasurar de su esposo se dispuso a anudar la molesta corbata alrededor del cuello de Kyuhyun. 


Kyuhyun se sintió cálido, el olor de Sungmin le hacía sentir inquieto, le hacía sentirse como si caminara en un limbo o como si estuviese en una jaula pidiendo ser soltado, Kyuhyun estaba seguro que Sungmin no sabía del enorme poder que tenía en él mismo, Sungmin podía hacer lo que quisiera con Kyuhyun, él lo tenía anudado en su dedo meñique. 


La risueña risa de Sungmin le golpeó los sentidos e instintivamente él también sonrió.  


Con la sonrisa casi permanente en sus labios Kyuhyun se removió con asombro cuando Sungmin anudó con total gracia y en un dos por tres el molesto pedazo de tela inútil.  


¿Cómo podía hacerlo tan fácilmente? Esa pregunta se repitió alrededor de veinte veces en tres escasos segundos en su cabeza, Sungmin lo veía con amor y el destello del nerviosismo aún flotaba en sus iris grises.  


—¿Ves? No es tan difícil Kyu— una sonrisa se escapo de sus labios mientras el mayor envolvía sus manos en la fina cintura de Sungmin.  


—Pedazo de tela inútil—bufó, escuchando la suave y complaciente risa de Sungmin— Te ves nervioso, ¿Qué ocurre?  


—Mh... nada en particular.  


Sungmin sabía que no podía engañarlo.  


—No eres un buen mentiroso— le tomó la mano y sentándose en el sofá, apretó la cintura de Sungmin sentándolo en su regazo. —Dime qué ocurre.  


Sungmin suspiró con pesadez, la inseguridad le recorrió el cuerpo y la repentina excitación hizo acto de presencia.  Sungmin odiaba la situación, odiaba cuando las inseguridades le llenaban, como rodeándole al cuello, asfixiándolo.  


—Kyuhyun, ¿Me amas?— su mirada cayó en sus dedos, empezando a jugar con ellos.  


Kyuhyun soltó una risa y Sungmin frunció el ceño.—Bebé.  


—No te burles de mí— maldita sea, ahí estaban otra vez sus estupidos ojos empañándose por las lágrimas.  


—No me burlo de ti Sungmin, es solo que, hace un momento pensaba en el inmenso poder que tienes sobre mí, pensaba en cómo me tienes anudado a ti y si quisieras, podría fácilmente ser tu títere.— Los dedos de Kyuhyun se pasearon suavemente en la suave piel de la mejilla de Sungmin— Te amo tanto que me quema.  


—Kyuhyun— la conmoción le llenó el pecho y los ojos se le llenaron de lágrimas otra vez.  


—Y ahora, en lo único que puedo pensar es en el infinito amor que siento por ti, el mismo que veo en tus preciosos ojos, pienso en el infierno que sería mi vida sin ti en ella. En lo infeliz y quebrado que estaría.  


—Te amo, Kyuhyun.  


Se fundieron en un beso dulce, un beso que gritaba a los cuatro vientos el amor fuerte que desprendían ambos corazones.  


El olor fuerte de Sungmin le llenó y gruñó con deseo.  


Sungmin despertaba todos sus instintos cavernícolas. 


—El olor de tu excitación está volviéndome loco.  


—Pues no lo evadas.— cambiando de posición, Sungmin se colocó a horcajadas sobre el cuerpo de su esposo, con una pierna a cada lado de las caderas de Kyuhyun y los brazos rodeándole el cuello dejó a sus labios rodear los esponjosos belfos del Alfa.  


Kyuhyun sentía la erección del más bajo golpear su vientre, la dura extensión de Sungmin presionaba sobre la tela de su camisa y haciendo una rápida nota mental, se dijo a sí mismo que no trabajaría ese día, probablemente no trabajaría toda la semana. Esa erección era clara señal del celo de Sungmin, y si no era suficiente evidencia la palpitante carne sobre su vientre, el olor fuerte a fresas y crema que soltaba Sungmin podía reafirmarlo.  


Sungmin guió sus dedos a la recién anudada corbata negra, la deshizo rápidamente dejando salir un gemido lastimero cuando Kyuhyun se separó del beso para tomar aire.  


—Tranquilo, no me iré a ningún lado.— la risa hizo vibrar el pecho de Kyuhyun.  


—Cállate.  


Sungmin siguió con la camisa de Kyuhyun, rompiendo los botones en un impulso por sostenerse de algo cuando el Alfa estrujó uno de sus glúteos. Tiró de la camisa rota tratando de sacarla de los fuertes brazos pero sin soltar los labios ardientes de Kyuhyun, la desesperación se palpaba en el aire con cada toque bruto que Sungmin hacía tocando el pecho y brazos de Kyuhyun.  


El más alto dejó ahogar una risa entre el beso preguntándose dónde estaba el Sungmin tímido y nervioso preguntando si lo amada de hace cinco minutos, parecía que el pequeño cuerpo de su esposo se retorcía con un simple toque en la espalda y, soltando un jadeo cansado Kyuhyun rompió el beso tomando entre sus manos el firme culo de Sungmin.  


—Oye, vamos a la cama ¿Está bien?  


—Lo que sea, mientras me folles rápido está bien— Sungmin jadeaba, presa del deseo.  


El viaje a la cama fue torpe, considerando los besos y mordidas que Sungmin le otorgaba al cuello de Kyuhyun y los gemidos altos que el Omega soltaba cuando el mayor apretaba una de sus nalgas.  


Ya en la cama, Kyuhyun se separó, dejando caer el pequeño cuerpo de Sungmin sobre la misma, escabulléndose entre las torneadas piernas. Un camisón rosa rodeaba con ternura el cuerpo de Sungmin, quien jadeaba mordiéndose el labio inferior, las pupilas estaban dilatadas y una fina capa de sudor cubría su frente, la dura carne debajo del camisón rosa había creado una pequeña mancha de semen, a Kyuhyun le costaba creer lo necesitado y desesperado que Sungmin estaba.  


Dejó su cuerpo caer y se apoyó con los codos, sus labios envolvieron los de Sungmin por décima vez, los gemidos murieron en el beso cuando Kyuhyun levantó la única prenda que cabría el cuerpo de su Omega y rodeaba con la mano derecha el palpitante miembro del menor.  


—Kyu... Por favor.— moviendo las caderas, Sungmin gimió.  


—Ya casi bebé, déjame disfrutar.  


Quitándole por completo el camisón Kyuhyun se apoderó del suave y níveo cuello de Sungmin repasando con la lengua la marca de sus dientes que pronto, volvería a abrir. Dejó besos al rededor del cuello y el pecho succionando cada uno de los pezones, dejándolos duros y sensibles al tacto. Kyuhyun se alejó por un segundo sintiendo sus ojos cambiar a un rojo profundo ante la vista, Sungmin jadeaba como si la vida se le estuviese yendo, iris originalmente grises eran color ámbar y los labios en forma de corazón estaban tan rojos como una fresa, Kyuhyun gruñó, reclamando lo que era suyo.  


—Kyuhyun, ya, por favor— gimió.  


Con los labios sobre el cuello del más pequeño, Kyuhyun gruñó sus palabras —Joder Sungmin, tu olor me está volviendo loco.  


Sungmin gimió con las grandes manos de su Alfa rodeándole las caderas. Estaba desesperado y apuntó de rogar cuando Kyuhyun levantó sus piernas mirándolo con esos ojos teñidos de lujuria.  


—Kyuhyun, ¡follame! — se estaba exasperando, el mayor sostenía sus piernas sobre su propio pecho, en una posición demasiado reveladora y vergonzosa, sin embargo, poca importancia le dio en aquel momento, estaba listo para repetir las palabras cuando Kyuhyun hizo presión hacia arriba dejando su parte baja en alto, exponiendo su entrada a todo detalle y color.  


—¡Oh, Joder! ¡Kyuhyun!  


Los gemidos subieron de tono cuando la lengua del Alfa se escabulló en su entrada, llenándolo y humedeciéndolo, gritaba, sin poder producir una jodida palabra ante el enorme placer que aquella lengua le estaba brindando. Los sonidos que producía eran totalmente sucios y por completo excitantes, Sungmin no podía hacer otra cosa más que soltar enormes gemidos y correrse con fuerza sobre su pecho.  


Sintiendo aún los espasmos del más pequeño, Kyuhyun bajó por completo el cuerpo de Sungmin a la cama, aún sosteniendo sus piernas, con los dedos jugó un segundo con el espeso y perlado semen sobre el pecho de Sungmin y, dándole una sonrisa ladina llevó su mano manchada a su propia erección que rogaba por atención.  


—¿Estás listo?  


Sungmin se lamió los labios asintiendo sin control. —Joder, sí.  


Con cuidado, Kyuhyun llevó su erección a la lubricada entrada de Sungmin, entró lentamente inspeccionando el rostro del Omega ante alguna señal de dolor.  


—¡Joder! ¡Kyuhyun, follame!  


—Sus deseos son órdenes, su majestad.— con una sonrisa flotando en los labios Kyuhyun se sostuvo con un brazo y besó a Sungmin con fuerza. Los dedos de Sungmin recorrían su espalda clavándole las uñas con completa desesperación en el proceso.  


El ritmo era fuerte, acelerado, lo que Sungmin necesitaba en aquel momento.  


Sungmin era un manojo de gemidos, jadeos y gritos, en un momento diferente se hubiese sentido avergonzado, pero en aquel momento ni siquiera pensaba en cohibirse por no poder soltar ni una sola palabra debido a los ruidos que salían de su garganta.  


Siguió moviéndose con fuerza y sin descanso, los gemidos de Sungmin le taladraban la cabeza haciendo al Alfa rugir en aprobación.  


Sintiéndose cerca Kyuhyun se inclinó al cuello de Sungmin, lamiendo la mordida en su cuello.  


—K-Kyuhyun... —se le hizo casi imposible musitar el nombre, estaba cerca, tan malditamente cerca.  


—Córrete para mí, bebé.  


El desesperado y satisfacción grito que soltó Sungmin al momento de correrse llevó a Kyuhyun al límite, sus instintos se hicieron cargo y los dientes se hundieron con fuerza en el cuello de Sungmin.  


Chorros de semen se disparaban en su agujero y Sungmin no pudo hacer más que gemir y disfrutar con espasmos su muy necesitado orgasmo.  


Cerrando la herida Kyuhyun jadeó en busca de aire, apoyó la frente en el tembloroso hombro de Sungmin oyendo la respiración agitada del mismo.  


—Te amo, Kyuhyun.  


Kyuhyun se rió —¿Sí?  


—Por supuesto. —la sonrisa más bonita y llena de amor surgió de los labios de Sungmin, llevándose su autocontrol a la mierda.  


—También te amo, bebé. Nunca lo dudes. — un jadeo salió de su garganta y dejó un beso sonoro en la frente de Sungmin.  


Aún con el pene flácido dentro de Sungmin, la sonrisa iluminó el rostro del más pequeño, Kyuhyun le sonrió de vuelta sin ignorar el otra vez duro miembro de Sungmin rozándole el estómago.  


—Me vas a dejar seco, Min.  


Gimiendo y mordiéndose el labio inferior, Sungmin dijo—Hazte responsable, mi amor.

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